Esta imagen, según cuentan los que lo vivieron, fue encontrada en 1958, entre otros, por el Comisario General marrajo Federico Vilar Vila, escondida tras el Retablo de la Capilla de la Cofradía de N. P. Jesús Nazareno reducida a un busto tal y como aparece en la imagen. Cuál era su procedencia y quien la colocó allí, permanece siendo un misterio, ya que la Cofradía nunca tuvo una imagen similar a esta a lo largo de su historia.  


Federico Vilar cuenta que "en 1956, con ocasión de una limpieza y recopilación de cristal para los tronos, se buscó en el Retablo de la Capilla que los Marrajos tenemos en las Iglesia de Santo Domingo. Los chicos que hacían estos menesteres subieron detrás del Retable y allí vieron, envueltos entre muchos chismes y bombas de tronos, algunos paquetes envueltos. Me comunicaron el hallazgo de los paquetes, por ser yo quien dirigía la operación. Bajamos los paquetes y los destapamos, y se trataba de un busto de una imagen, a la vista y sin dudar de una Virgen, deteriorada, la pintura roída y caída, pero conservando todos sus rasgos bellísimos. Se observaba en la boca un orificio, como de haber llevado algo, como una trompeta y en sus espaldas dos ranuras, como de haber llevado unas alas. También había una mascarilla de otra imagen, al parecer de Soledad y unas manos. Todo esto lo puse en conocimiento de la Cofradía, pero no se le dió importancia al asunto (...) La llevé al almacén y la puse en un camarachón que teníamos en Bretau, con todo lo sobrante de nuestras cosas. Pasó el tiempo y un día ví que varios chicos, buscando chatarra la habían sacado, la habían puesto en un pié de madera, la vistieron y la repintaron ..."  


Tras el descubrimiento fue enviada al escultor José Sánchez Lozano que certificó que la imagen pertenecía al escultor Francisco Salzillo y Alcaraz, lo que así consta en el Archivo de la Cofradía. Vino a sustituir una imagen del propio Sánchez Lozano que fue realizada tras la Guerra Civil. Su primera salida procesional la realizó en la madrugada del año 1966 por lo que en el año 2016 se han cumplido 50 años de su primer desfile.


 Esta “pequeña” imagen ha despertado desde el primer momento la devoción y el cariño popular de todo un pueblo que reza con pasión esas Salves emocionantes en la Madrugada, lo que la ha llevado a convertirla en la indiscutible reina del Encuentro, la reina de la Madrugada del Viernes Santo marrajo.