El 12 de diciembre de 1941, la Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno (Marrajos) y la Agrupación de la Stma. VIrgen de la Soledad, encargan al prestigioso escultor D. José Capuz una nueva imagen de la Stm.a Virgen de la Soledad.

 

El 13 de abril de 1943, marchan a Madrid un representante de la Cofradía, uno de la Agrupación de San Juan y otro de la Soledad, a recoger las nuevas imágenes.

 

La nueva imagen llega a Cartagena en la madrugada del 16 de abril de 1943, festividad de nuestra Patrona. La Bendición de la imagen se realiza en la Capilla Marraja de Santo Domingo el Miércoles Santo 21 de abril, desfilando en la Procesión del VIernes Santo del mismo año, impresionando a la ciudad de Cartagena, pero sobre todo a cofrades y devotos.

 

La imagen, obra de vestir (devanadera), tiene tallado desde el abdomen a la cabeza, brazos y manos. El resto es de lienzo, siendo los pies unas zapatillas negras talladas en madera. Descansa toda la obra sobre una peana de madera de pino. Esta imagen, al ir con las manos abiertas, se sale de la forma tradicional de la época y es de una concepción exquisita.

 

Sorpredió a todos esta obra de bello dolor de Madre, que sigue los pasos de su Hijo muerto en la noche del Viernes Santo. Supo plasmar el escultor, en esta imagen, una cara de dolor contenido, unos ojos fijos que parecen mirar al Cielo y leerse en ellos el ansia incontenible de morir, de reunirse para siempre con el Hijo Amado.

Stma. Virgen de la Soledad

VIRGEN SOLEDAD

Stma. Virgen de la Soledad

VIRGEN SOLEDAD

El espanto de los días y los años que habían de seguir para María, consumida por la separación, por el anhelo de reunirse con su Hijo Jesús, han sido plasmados por el artista en la cara de nuestra Virgen con todo el acierto posible en lo humano.

 

Pero sobre todo, ¡aquellas manos de María!. Extendidas casi a la altura del rostro, vueltas las palmas hacia el Cielo, con los finos y separados dedos vibrantes de dolor. Aquellas manos tan expresivas y únicas, que sólo Capuz sabía modelar.

 

D. Juan Muñoz Delgado la describe así : "La primera impresión es muy impactante, pero este impacto se transforma, cuanto más la contemplas, en amor y dulzura a nuestra Madre compasiva y celestial. Su majestuoso rostro de mujer bien proporcionada irradia una singular hermosura, que nadie puede mirarla de cerca sin que se conmueva, se llene de respeto y de una emocionante ternura. Las cejas y sus ojos son tan reales que inspiran a la oración más profunda de nuestro corazón. Sus delicados labios entreabiertos son de una expresividad que cautiva a quien la venera. Las manos claman al Cielo como desesperadas, con sus finos y delicados dedos que parecenacariciar el aire. Sin el manto adquiere una sencillez de humildad y recogimiento que cualquier corazón, por muy duro que sea, cae postrado a sus plantas benditas en señal de perdón y arrepentimiento por las faltas cometidas."

 

El escultor sevillano, D. Juan Abascal, en su artículo monográfico sobre la obra de Capuz, editado en Sevilla, en el Boletín de Bellas Artes, al hablar sobre la imagen de la Soledad de Cartagena dice : "Una riquísima y amplia corona con hermosa ráfaga y las simbólicas estrellas valoradas y adornadas con pedrería, rematan esta figura, para que el fiel no pierda la idea de que está ante un icono de carácter Real - la Reina de los Cielos -. Su rostro compungido expresa un dolor inmenso, pero es un dolor contenido, interior, digno".

Datos extraidos del libro "CORONACIÓN - VII MAYO MCMXCV" Varios autores